ROBINSON CRUSOE (Autor: Daniel Defoe)
"Yo nací en el año 1632 y era el meno de mis hermanos. Mi familia había alcanzado una posición económica más que mediana. Sin embargo, yo debo confesar que llegué a los dieciocho años sin haber hecho cosa de provecho.
Sólo me atraía la idea de emprender largos viajes. Ello fue motivo de no pocos disgustos familiares que planteaban en mi ánimo terribles dudas.
Hallándome en Hull, la inesperada propuesta de un amigo disipó mis vacilaciones. Y sin consultar con mis padres, ni pedir siquiera ayuda a Dios, me embarqué con mi amigo el día primero de setiembre de 1651, rumbo a Londres.
Apenas habíamos abandonado Humber, cuando se levantó un fuerte viento. No creo que las desgracias de ningún joven desobediente empezaran tan pronto ni duraran tanto como las mías....."
Así comienza la novela del escritor inglés Daniel Defoe.
Robinson, un joven navegante cuyo barco naufraga en el medio del Océano, puede salvarse y llega a una isla desierta. Aquí comienza una apasionante aventura....(Si te interesa leer la novela, varias editoriales la han editado con distintas adaptaciones. En la biblioteca del cole hay una versión....)
Los chicos de Segundo A hicieron un trabajo interesante de reconstrucción de parte de la historia. Robinson, llevaba un diario en el que escribía los acontecimientos cotidianos en su isla solitaria. El ejercicio consistió en ordenar cronológicamente las acciones que estaban desordenadas.....
Los chicos tuvieron como pistas algunas fechas: 10/1659- del 2 al 24/10- 24/10- 25/10- 26/10- del 27 al 30/10. 1/11-2/11- 3/11- 4/11- 5/11- 6/11 (Fuente de la actividad: El lecturón II, de Maite Alvarado)
El resultado fue este: (Ana Laura y Juli)
30/9/1659 Yo, infeliz Robinson Crusoe, después de haber
naufragado durante una terrible tempestad, he sido arrojado a las costas de
esta isla desolada que bautizo con el nombre de Isla de la Desesperación. Toda
la tripulación del buque ha perecido y yo mismo llegué casi moribundo a la
playa.
Pasé el resto del
día lamentándome de la triste situación en que me encontraba, careciendo de
alimentos, de vestidos, de armas y la menor esperanza de ser socorrido.
Aguardaba ser presa de las fieras, víctima de los salvajes o desfallecer de
hambre, de un momento a otro; en fin, que delante de mi no existía más que la
imagen de la muerte. Cuando se aproximó la noche, por miedo a los animales, me
subí a un árbol, durmiendo tranquilamente a pesar de que estuvo lloviendo hasta
el alba.
1/10/ Quedé sumamente sorprendido cuando, por la mañana,
reconocí al buque, que había sido arrojado hasta cerca de la orilla, por la
marea. Esto me produjo un gran consuelo ya que comprobando que no se había
destrozado y que se conservaba erguido sobre su quilla, pensé que podría ir a
visitarlo si se calmaba el viento, a fin de recoger alimentos y objetos que
pusieran serme de utilidad. Pero, por otra parte, la visión del buque hacía
renacer en mí el dolor de haber perdido a mis camaradas. Me decía que si
hubiésemos permanecido a bordo, hubiéramos podido salvar el buque e incluso
nuestras vidas, construyendo con los restos del barco una lancha que pudiese
transportarnos a cualquier otro lugar. Pasé la mayor parte de este día sumido
en dolorosas reflexiones; por fin, viendo que el buque se había quedado casi en
seco, me acerque nadando. La lluvia continuó durante todo el día, pero el
viento se había calmado.
Del 2 al 24/10 Todos estos días empleé en hacer una gran
cantidad de viajes al buque, sacando de él todo lo que pude llevar en las
bolsas que, con la ayuda de la marea, dirigía hacia la playa. Durante todo este
tiempo llovió muchísimo; parecía que nos encontrábamos en la estación de las
lluvias.
24/10 Mi balsa volcó con todo su cargamento, pero como
aquel lugar era muy poco profundo y la carga, en su mayor parte, se componía de
objetos pesados, los recuperé casi todos después de la bajamar.
25/10 La lluvia continuó durante todo el día y la noche,
acompañada de ráfagas de viento que, cada vez más violento, acabó por destrozar
el buque. Durante la bajamar pude divisar algunos de sus restos; en este día
procuré buscar un cobijo para mis efectos por temor a que la lluvia me los
echase a perder.
26/10 Durante todo el día estuve vagando para encontrar
un lugar apropiado para albergarme. Además necesitaba refugiarme contra los
ataques nocturnos de los animales o los salvajes. Por la noche, hallé un lugar
conveniente y me establecí en él, junto a un peñasco, trazando un semicírculo
para indicar los limites de mi morada, que decidí fortalecer con una muralla o
pared hecha con dos hileras de estacas entrelazadas con cables y, por la parte
de fuera, reforzada por un declive formado por el césped.
Del 27 al 30/10 A pesar de que la lluvia no dejó de caer
durante todo el tiempo, trabajé afanosamente para transportar todos mis
efectos a mi nuevo alojamiento.
Salí por la mañana, a fin de cazar algo y descubrir cosas
nuevas; conseguí matar una cabra y su cría me siguió hasta mi morada; pero como
se negaba a comer, tuve que matarla para que me sirviese de alimento.
1/11 Construí mi tienda al pie del peñasco, tan espaciosa
como me fue posible, sosteniéndola por medio de estacas que clavé en el suelo y
de las cuales suspendí mi hamaca, en la cual, por primera vez, me acosté.
2/11 Distribuí cerca de mi todas las cajas, tablas y
pedazos de madera, formando una especie de muralla dentro del semicírculo que
había trazado para fortaleza.
3/11 Salí con mi escopeta y maté dos aves parecidas a los
ánades, que me gustaron mucho. A mediodía empecé a trabajar en la construcción
de una mesa.
4/11 Hoy empecé a regularizar mis horas de trabajo, de
excursiones, de descanso y de recreo. Los días que no llovía, invertía todas
las mañanas dos o tres horas para la caza; inmediatamente me ponía a trabajar
hasta cerca de las once, hora en que comía lo primero que encontraba. A
mediodía, me echaba a dormir la siesta hasta las dos, ya que en tales horas el
calor era insoportable. Por la tarde, en fin, volvía al trabajo.
Este día y los que siguieron los dediqué a construir la mesa, porque yo no era más que
un simple aprendiz, aunque después el tiempo y la necesidad me hayan convertido
en un excelente maestro, cosa que a cualquiera que se hubiera encontrado en mi
situación le hubiese sucedido.
5/11 Salí con mi escopeta y mi perro y maté a un gato
montés; la piel era muy fina, pero su carne era detestable. A todos los
animales que cazaba les arrancaba la piel y la guardaba.
Recorriendo la costa vi muchas aves acuáticas desconocidas
para mí; alguna vez me sorprendió y me asustó muchísimo encontrar dos o tres
vacas marinas; al detenerme para contemplarlas a fin de saber a qué especie
pertenecían, ellas se arrojaron al mar y desaparecieron.
6/11 Después del paseo de la mañana, me puse a trabajar
en mi mesa y la terminé; pero no quedé satisfecho de mi obra. Sin embargo, bien
pronto conseguí la suficiente habilidad para mejorarla.
ANNA LAURA VAIRA Y
JULIETA CORIA.
2 AÑO “A”
.Para comentar en el blog (Segundo A) ¿Todos lo ordenaron así?